Ya comentamos en una entrada anterior sobre las posibilidades educativas de ese juego conocido por tantos nombres: Telefonito, Telefonillo, El Juego de los Susurros, o Teléfono Roto, Descompuesto, Escacharrado, Estropeado, Malogrado... (¿Nos encantaría leer en los comentarios cómo lo llamas tú).
Se trata de un juego clásico, que no solo garantiza risas, sino que ofrece también beneficios como la mejora de la atención auditiva o el desarrollo de habilidades comunicativas orales. Es decir, más allá de su vertiente recreativa, su dinámica esconde un gran valor que se puede aplicar en casa o en el aula.
Además, donde nos vamos a centrar aquí es en sus posibilidades para fomentar el pensamiento crítico de manera natural y divertida. Esto sirve para niños de Infantil, pero también para cualquier edad de Primaria e, incluso, mayores.
El Telefonillo o Teléfono Roto, demuestra cómo la información puede distorsionarse al transmitirse y alejarse de la verdad. Esto abre una conversación sobre la importancia de verificar datos antes de compartirlos, ya que como se ha visto, el mensaje original puede cambiar hasta no tener nada que ver o decir lo contrario, lo que se puede conectar con temas actuales como rumores y noticias falsas.
Los niños, al observar los cambios en el mensaje original, pueden reflexionar sobre cómo y por qué se producen estas alteraciones. Este proceso los lleva a cuestionar lo que escuchan y evaluar la credibilidad de la información, habilidades esenciales en un mundo lleno de datos que a menudo son confusos o incorrectos. Por lo tanto, se convierte en un juego perfecto para trabajar estos aspectos de la competencia digital.
¿Te ha gustado las posibilidades de este juego? ¿Lo habías jugado de pequeño? ¡Seguro que sí! ¡Pruébalo hoy mismo con tus estudiantes o tus hijos e hijas!
Te animamos a que veas otros recursos educativos de nuestra web como el de A la zapatilla por detrás y visites nuestro canal de Youtube. ¡Y acuérdate de comentarnos cómo le llamabas tú a este juego!